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Sociedad Odontológica La Plata (SOLP)

¿Los odontólogos salieron de la boca? (parte IV)

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Dardo Pereira

Presidente de la Sociedad Odontológica La Plata

A lo largo de tres notas editoriales he tratado el tema de la denominada AOF, o sea armonización oro facial, abordando dicho contenido desde cuestiones que van más allá de una simple mirada profesional de esta nueva corriente académica.
Lo realice desde el contexto de la sociedad actual en occidente en la que se desenvuelven disciplinas como la nuestra, constatando el cambio radical de esto que podríamos denominar como la etapa de la postmodernidad.
O sea una sociedad que dejo definitivamente atrás el siglo XX con sus valores a cuestas, y cuyo baluarte de transformación más importante en el mundo de hoy es la IA y todo lo concerniente a la digitalización de los procesos.
Analizamos además en las notas anteriores las incumbencias del título habilitante en nuestro país, que están definidas con claridad en lo que se denomina sistema estomatognatico, dejando en evidencia lo que constituye tal aparato o conjunto ya mencionado.
Además se emprendió el complejo entramado de las nuevas generaciones y del sujeto histórico de estos tiempos, que resultamos ser quienes abordamos este tema así como nuestros pacientes.
Ahí aparecen en la mesa de discusión ese hilo delgadito, sumamente fino, que separa lo que es aceptable o se requiere desde el punto de vista estético y aquello que forma parte en última instancia de un tema de salud del individuo que se va a tratar.
Ese complejo sistema al cual aludimos conformado por huesos, músculos, grasa superficial y profunda, piel, mucosas, dientes, encías, venas, etc., desarrolla múltiples funciones entre las cuales están la masticación, la deglución, la fonación, etc.
El sistema fue tratado en todos sus aspectos y para eso se preparó la odontología durante años, dando respuestas con las armas convencionales con las cuales se capacitó históricamente.
La anomalía en el desarrollo de los maxilares, la perdida de la dimensión vertical, el desarrollo de la facies, la reposición de piezas dentarias perdidas, el bruxismo, etc., son temas que hasta aquí se abordaron dentro de un circuito con limites muy precisos de los cuales no se pudo, no se quiso, o no se trató de salir.
Todo esto va más allá de la figura del odontólogo como un entrepreneur de toda la vida, y tiene que ver con la gran discusión que la profesión se debería dar, para dimensionar si está más cerca de la salud o de un servicio, debate interesante que nos resultaría muy útil plantearlo, y despejar dudas.
Hoy irrumpió con fuerza en la profesión la armonización oro facial, constatando según consultas realizadas que algunos países para tal caso como Brasil o España, ya han manifestado su aprobación como una disciplina que puede desarrollar el odontólogo.
Esta armonización oro facial utiliza dos componentes, que como todo fármaco tienen sus beneficios y también sus contraindicaciones, similar a cualquier sustancia que uno va a utilizar o a poner en práctica, por lo tanto requiere a no dudarlo y como primer paso de una profunda anamnesis del paciente.
Estos dos nuevos componentes que se utilizan son la toxina botulínica que es un neuro modulador, el cual se debe utilizar con mucho cuidado y el ácido hialuronico tal vez más versátil, que nos puede actuar como un mio modulador, un re modelador y un reestructurador de los tejidos.
Seguramente este controversial tema nos deja “mucha tela para cortar” de aquí en más, de lo que no tengo dudas es que si el mismo va a ser abordado como una práctica más dentro de la profesión, requerirá a no dudarlo de una capacitación más profunda con un título, o curso, o diplomatura habilitante.
Coincido que si bien la incumbencia no se discute, lo que sí se puede y debe discutir es que el salto que uno realiza debe tener una profunda actualización, para no caer en manos de personas no aptas o al menos no formadas dentro de los requisitos académicos, para poder garantizar el éxito y sobre todo el límite hasta donde pueden llegar este tipo de prácticas.

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