El célebre escritor argelino francés Albert Camus muerto muy joven y reconocido en el año 1957 con el premio Nobel de literatura, plantea a lo largo de sus relatos lo absurdo de la vida, a tal punto que muchos lo identifican no solamente como un autor existencialista, sino como un claro partidario de la filosofía del absurdo.
Camus despreciado por la rancia aristocracia francesa por su condición de “pied noir”, también sufrió el oprobio de los propios islámicos argelinos del continente africano, a pesar de sus enormes dotes intelectuales.
Tanto en “El extranjero” como en el “Mito de Sísifo”, dos de sus obras más trascendentales, trata el tema que el ser humano se enfrenta a un mundo sin un sentido claro, mundo que casi siempre es indiferente a sus inquietudes y deseos, donde la confrontación con ese vacío absurdo lo lleva a la angustia y la desesperación.
El mito de Sísifo nos remonta a la Grecia clásica donde Sísifo antiguo rey de Corinto, engañó a los dioses en varias oportunidades, por eso Zeus lo condenó primero con la ceguera y luego a llevar de por vida una roca hasta la cima de la montaña, para después dejarla caer y retornar con la misma monótona, pesada y angustiante rutina, de volver a subirla.
Camus ve en este mito la teoría del hombre absurdo, el de realizar un constante esfuerzo convertido en un sin sentido. Para Camus esto refleja lo absurdo de la condición humana y de su existencia, donde hoy todos somos un poco Sisifos del siglo XXI.
Entonces el planteo filosófico del escritor es como hacemos que la absurda existencia diaria, no nos transporte por los caminos del desconsuelo y la decepción.
Para eso Camus dice que Sísifo vive esa monotonía con pasión, lo que le hace salir de esa angustia existencial para vivir la vida con esperanza y lo más alejada posible de la idea del suicidio, a pesar de la lenta y condenable pena de la monotonía intrascendente de la vida.
Si pensáramos un poco en nuestra condición de odontólogos que trabajamos por la seguridad social, más allá de lo angustiante que nos puede resultar nuestra existencia, llegaríamos seguramente a la conclusión que nuestra condena de llevar la roca de la seguridad social hasta el buzón de mesa de entradas de SOLP, para luego volver a empezar, está bastante cercano a ese sentido de lo absurdo de la existencia humana.
También podríamos decir que como Sísifos contemporáneos en nuestra condición de odontólogos, hemos sostenido un sistema durante años, un sistema que algunos verán como un absurdo por lo desvalorizado de los tiempos que corren, pero que fue ese sistema el que permitió que Argentina alcanzara un alto nivel de vida a su población trabajadora, otrora orgullo y lugar de residencia de muchos extranjeros.
El absurdo se apodero de nosotros después de los años setenta y ya nos fuimos un país que recibía inmigrantes europeos, sino fueron desde las naciones vecinas que migraron para estos lares por dos aspectos fundamentales, dos pilares insustituibles y no siempre valorados como se debiera: salud y educación, algo que ninguno de nuestros vecinos tiene en nuestra dimensión.
Hoy como Sísifos de la odontología seguimos llevando la pesada roca del trabajo que se transforma en un absurdo cuando varios meses después recibimos la exigua paga, a pesar de haber sostenido un sistema otrora ejemplo para que la salud de la gente este a buen resguardo.
Muchas veces hemos aceptado la tarea no siempre reconocida del trabajo por la seguridad social, pero también decidimos vivirlo y hacerlo con pasión, porque en gran medida somos sabios sostenedores de un sistema, convirtiéndonos como el Sísifo del mito descripto en héroes del absurdo.