En la editorial que dio origen a este artículo, describí algunas características del odontólogo como “Entrepreneur”, esto es un individuo que es un emprendedor nato, que siempre va a tratar de trabajar, de ganarse el pan con su esfuerzo, aun en terrenos resbaladizos, tal vez ahí está el hilo que lo remonta a sus ancestros peninsulares que vinieron a hacerse la América.
Por eso subsistió muchas veces realizando actividades diversas, siendo un poli funcional del consultorio, trabajando como asistente, secretario, protésico dental y obvio como odontólogo, todo eso en una sola persona, a la cual no le quedó otra alternativa que valerse por sus propios medios, en tareas tan diversas para las cuales originariamente no pensó que deberían ser la suyas.
Las circunstancias económicas con el quiebre de la seguridad social, lo han llevado a fortalecer sus vínculos con la actividad a través del desempeño de un montón de actividades muchas veces impensadas.
Y mientras una minoría se quedó en el marco de las obras sociales, porque está en un pequeña localidad y no le quedan muchas alternativas, o en un barrio periférico con pacientes de recursos limitados, el grueso de la profesión migró, y migró para otros lugares uno de los cuales es el tema que nos ocupa: la armonización oro facial.
A los odontólogos más veteranos, nos cuesta muchas veces aceptar fácilmente esta estampida de odontólogos que alegremente salieron de la boca, para concentrarse en una actividad impensada tiempo atrás.
Todavía recuerdo que en el 2020/21 un idiota militante de OELA con una mente pequeñita casi de hormiga subsahariana, proponía desde el COPBA1, cambiar la denominación de la entidad por la de Colegio de Odontologues, una gansada cercana al fanatismo delirante.
Claro que se debería cambiar, pero por la sensata denominación de Colegio de la Odontología, pero no por esa imbecilidad soberana que proponía ese grupo siniestro, cuyo jefe ni odontólogo era.
Y porque traigo esto a colación, porque en esa misma época el panorama era totalmente distinto, aun no se hablaba ni se daban cursos sobre armonización oro facial.
En menos de cuatro años la seguridad social exploto por los aires, las citaciones por la policía desaparecieron para siempre y la profesión cambio totalmente. Hoy se habla de armonización oro facial, algo mucho más positivo que hablar de la estupidez de Colegio de Odontologues.
Ahora bien, las incumbencias del título de odontólogo son las siguientes, según lo señala la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Tucumán, que dice lo siguiente:
“Al terminar la carrera, el graduado podrá ejercer en todo el territorio nacional, en las siguientes actividades (Resolución Nº 1429 del Ministerio de Cultura y Justicia de la Nación, 8 de Agosto de 1990):
• Prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del aparato estomatogmático:
• Piezas dentarias.
• Estructuras de inserción y de sostén de las piezas dentarias, sectores óseos adyacentes a las mismas.
• Mucosa bucal desde labios hasta pilares anteriores, paladar blando y base de lengua.
• Huesos maxilares y articulación témporo-mandibular.
• Senos maxilares.
• Glándulas salivares mayores y menores.
• Sistema neuromuscular relacionado.
• Peritaje y asesoramiento en lo relacionado con los aspectos odontológicos.
• Director o cargo técnico en establecimientos asistenciales.
• Director o cargo técnico en organismos de planificación sanitaria.
• Auditoría odontológica.
• Docente universitario y/o docente secundario en las disciplinas específicas de la Odontología.
• Dirección o cargo Técnico en centros de investigación odontológica o en el Área biológica”.
La denominación de sistema estomatognático (del griego “stoma” = “boca”) hace referencia al conjunto de estructuras, órganos y tejidos que se relacionan entre sí para cumplir determinadas funciones comunes, que permiten los desempeños fisiológicos de masticar, deglutir, hablar, respirar, sonreír, incluyendo algunas expresiones faciales (tercio medio e inferior del rostro).
El sistema o aparato estomatognatico está ubicado en la región cráneo-cérvico-facial, siendo sus límites anatómicos en el plano sagital: por debajo como base el hueso hioides y en la parte superior el hueso malar y maxilar superior, sin límites anteroposteriores; excluyendo el sistema nervioso central con el sistema visual.
Los profesionales sanitarios encargados del tratamiento de las enfermedades del aparato estomatognático son los odontólogos , cirujanos maxilofaciales, médicos especialistas en otorrinolaringología, fonoaudiólogos en lo que tiene que ver con terapia miofuncional o habla, los oncólogos cuando se precisa tratar un proceso canceroso, los neurólogos cuando existe una alteración que afecta a un nervio periférico que influye en la función del aparato masticador y los dermatólogos que tratan las lesiones que aparecen en el labio.
Ahora bien este odontólogo que rompió las clásicas barreras en las cuales estuvimos incorporados desde hace tantos años, entro en un mundo que seguramente conoce, o al menos algunos de ellos lo conocen, pero debe tener la precaución de no incorporase en el tratamiento de patologías, solo debería actuar en cuestiones estéticas casi emparentadas con la cosmetología.
Seguiré con el tema, pero en la próxima editorial, tratando no sé si de responder las siguientes preguntas, pero al menos dar mi punto de vista frente a ellas:
¿Esto constituye salud, o es nada más que estética?
¿Todos los odontólogos pueden hacer este tipo de prácticas?
¿No se deberá generar un curso para especialistas, y así poder calificar, a quienes trabajen en este campo?
¿La actividad está regulada en nuestro país?
Continuará.
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