El mito de la caverna de Platón es una alegoría que intenta explicar la relación entre el ser humano y el conocimiento, y la situación en la que se encuentran la mayoría de las personas en cuanto al descubrimiento de la verdad.
Resulta un poco difícil de exponerlo sin un gráfico a la vista, igualmente trataremos de hacerlo de la manera más simple. El mito describe a un grupo de personas encadenadas desde su nacimiento en una cueva, miran hacia el frente donde solo pueden ver las sombras que se reflejan en una pared. Los prisioneros creen que ese es el mundo real y que lo saben todo. ¡Cómo se parecen a algunos dirigentes!
Detrás de ellos existe un muro de una altura media en donde apoyan sus espaldas los prisioneros, los cuales están todos sentados.
Detrás de ese muro unos hombres portan unas imágenes por encima de esa pared, cuyas sombras se reflejan sobre la medianera que observan los prisioneros, recordar que solo ven las sombras nada más. Esto es posible gracias a un fuego que existe antes de la puerta de entrada y salida de la caverna, que permite reflejar las sombras sobre el muro que miran los prisioneros.
Cierto día uno de los cautivos logra escapar, al principio es casi cegado por la luz primero del fuego y más tarde del sol. Al salir de la caverna descubre una realidad nunca vista y totalmente desconocida. Por fin conoce la verdad.
Asombrado por su descubrimiento regresa a la caverna para contarle a sus amigos y liberarlos, estos no lo escuchan, ni le creen y lo condenan a muerte.
El mito de la caverna nos enseña que el conocimiento es importante y que nos libera de nuestras ataduras, aunque muchos prefieran seguir atados, algunos por su desconocimiento, otros por el miedo a la verdad.
En esta apretada explicación de un mito tan conocido como este, pretendo señalar que gran parte de la dirigencia está viviendo en un mundo irreal, que no existe, al cual lo observa únicamente desde un encadenamiento que los tiene prisioneros, ya sea en alguna institución o entidad de nuestra profesión, para limitar este análisis a nuestra disciplina pero lo podríamos ampliar a otros contextos, ni hablar de la política.
Por eso es bueno replantear todas nuestras acciones en las instituciones y el rol de sus dirigentes, empezando por la nuestra, que también está atravesando una crisis de identidad en cierta medida esperable.
La pregunta sería si hoy volvieran las cosas a punto cero, ¿Se debería fundar nuevamente una SOLP, luego se debería hacer semejante edificio, que supuestamente iba a ser “la casa del odontólogo”, pero que “por h o por b” nunca fue eso, o pensaríamos en otra cosa? Pavada de pregunta, pero tal vez inevitable.
Esta es una entidad que va a cumplir en pocos meses más 100 años de existencia, y nació en un mundo que hoy no existe más, y lo hizo antes que el resto de las instituciones, con funciones que tampoco hoy están, ni son necesarias, y tuvo que transformarse en varias oportunidades para poder continuar, ahora también debe hacerlo, es imperioso que así sea.
Luego debido a esa furia legislativa y burocrática de nuestros políticos y legisladores, nos llenaron de la noche a la mañana de instituciones como colegios, cajas, tasas, impuestos, contribuciones, etc., esto sucedió en todas las profesiones, y el ejercicio liberal que es lo que quiere en última instancia el odontólogo “se fue a pique”.
Es ahí donde el entrepreneur que es el odontólogo busca y se le aparecen otras opciones, algunas cuestionables por los más veteranos de la profesión, dicen que “no nos cierra”, pero lo que está claro es que son necesarias para el sustento económico del colega, ya que al odontólogo no le cierran sus ingresos.
El profesional quiere ser libre y “ganarse un mango con su laburo”, no quiere sostener más instituciones obligadamente.
Quiere decidir él, para eso estudió, para eso pone un consultorio, pone su equipamiento, pone sus insumos, su formación, su responsabilidad, etc., etc., para trabajar y recibir una paga digna, nada más que eso: digna. ¿Es mucho pedir?
Todo esto nos permite ir alertando que la seguridad social así como esta no sirve más, porque si al chico que estudia nuestra carrera la endodoncia que se le enseña es mecanizada, si con el escáner toma la impresión y con la tecnología CAD/CAM continua el resto del proceso, si hoy los procesos son todos digitales, etc., etc., eso en la seguridad social no existe, y me atrevería a decir que ni va a existir por lo menos en lo inmediato, porque los que administran las obras sociales saben poco de la profesión y están parados con nomencladores de setenta años atrás y de ahí no se mueven.
Ante este panorama, y esto hay que decirlo, los odontólogos se sienten prisioneros de sus instituciones, sobre todo las nuevas camadas, que no entienden este mundo de obligaciones de pago a cambio muchas veces de la nada misma, y además sin poder saber para que existen algunas de esas entidades.
Sienten que deben terminar trabajando muchas veces para poder mantener instituciones, con las cuales no conjugan, y esto no solamente está mal, sino que es aberrante, sobre todo en un mundo que hoy parece caminar por otros anda niveles de los que nos tenían acostumbrados hace cincuenta años atrás, justamente cuando yo me recibía.
Por eso algo está pasando por fuera de las instituciones, eso está claro, pero gran parte de la dirigencia como en el mito de la caverna continua prisionera mirando el muro donde solo existen sombras de una realidad inexistente.
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