Días atrás los platenses de nacimiento o de adopción, festejamos el 142 aniversario de nuestra querida ciudad de La Plata.
A fines del siglo pasado en este llano y pantanoso lugar donde las serranías brillaban por su ausencia, surgió “la ciudad de las ranas” según los dichos del General Roca, quien nunca la quiso, sobre todo porque su archirrival Dardo Rocha pretendía con esta fundación, hacer de ella el caballito de batalla para su futura candidatura presidencial.
El ilustre tucumano, referente de la conquista del desierto y de la generación del ochenta, bautizo así despectivamente a nuestra recién nacida ciudad, y eso sucedió luego que en una de las pocas visitas que realizo se desatara una torrencial lluvia, proliferando en los charcos y bañados infinidad de batracios con su atronador croar.
Nuestra ciudad fue la solución a un conflicto histórico entre el interior y Buenos Aires, ya que la capital federal pasó a ser la ciudad portuaria y había que buscar una nueva capital para el territorio bonaerense, así nació La Plata.
Los tiempos de Napoleón III y su asesor el urbanista Haussman se trasladaron al cono sur, de la mano del ingeniero Pedro Benoit, quien hizo una ciudad tomando como modelo a la bella Paris.
Así los bulevares franceses fueron las diagonales platenses, las amplias veredas para albergar multitudes, una plaza cada seis cuadras para pensar en ciudades más ecológicas, le fueron dando esta traza modernista resaltando el genial diseño con deslumbrantes edificios públicos, todo bajo la marca de la capital francesa.
Tanto los fundadores como los constructores de la ciudad nunca pensaron en una aldea más, sino en una nueva y reluciente reina del Plata, cuyo destino de grandeza estaba escrito en los anales de su nacimiento.
Sin embargo hoy a casi un siglo y medio de su fundación, esto no sucedió y por ahora no creo que suceda, pero como siempre entre la razón y la fe surge una amplia avenida llamada esperanza, que nos dice que eso se puede dar.
Habrá sido plantar el pequeño retoño debajo de la frondosa copa del árbol mayor, que con el correr de los años se fue expandiendo hasta convertirse en una gigantesca megalópolis dueña de los destinos del país, la causa de su estancamiento. No lo sé, pero es una posibilidad con este crecimiento alocado de los últimos tiempos.
Ese conurbano que encierra las mayores desigualdades de las que se tenga memoria, el narcotráfico más grande, la delincuencia que azota sus calles y a las pobres barriadas, se expande como una mancha desafortunada sobre “la esquina del herrero, barro y pampa, la casa la vereda y el zanjón, y un perfume de yuyos y de alfalfa” que ya no están, encerrando en ese recinto al cuarenta por ciento de la población, con lo que le alcanza y sobra para decidir quién va ser el presidente de Argentina.
Los que somos platenses y los que se sienten platenses por haber adoptado a la ciudad como lugar de residencia, hacemos un esfuerzo enorme para retomar el camino de grandeza que pareciera haberse extraviado. Aspiramos a más y queremos más.
Tenemos mucho para poder reconstruirnos y volver a soñar, ya que tenemos la tradicional y célebre universidad nacional, acompañado por la fuerte impronta tecnológica de la UTN y el reverdecer de esta iniciativa privada, con la cual tenemos un proyecto en común, que es la UCALP.
Desde esos lugares repletos de educación es desde donde se debe reconstruir la ciudad, porque tenemos mucho para aportar como un gran polo educativo de raigambre nacional. Tenemos que volver a ser grandes.
Para tal efecto desde la SOLP humildemente, estamos reconvirtiéndonos en algo que los más inquietos de la profesión esperan, esto es acelerar los tiempos de formación en los nuevos avances que experimenta la profesión.
En eso estamos trabajando y pronto daremos a conocer un importante proyecto de conformación de un centro de Capacitación digital, para que nuestros socios y los estudiantes de odontología y de técnica dental, cuenten con los elementos más modernos de la tecnología en el área mencionada.
Tal vez con este emprendimiento y otros tantos aportes aquel sueño de una nueva Atenas en las “lomas de la ensenada” se haga realidad, y la ciudad de La Plata sea el faro que deba brillar con toda intensidad, cuando muchas veces nos parece que la patria se va quedando a oscuras.
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