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Sociedad Odontológica La Plata (SOLP)

La profesión en una encrucijada

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Dardo Pereira

Presidente de la Sociedad Odontológica La Plata

Hemos hablado en infinidad de oportunidades sobre los problemas que atraviesa el ejercicio de la profesión, en los difíciles momentos que lamentablemente desde hace años atravesamos los argentinos.

Claro que esos inconvenientes no son solo de nuestra actividad, lo son también de todas las actividades sanitarias y por extensión de la economía en general.

En nuestro caso son varios los factores que se han unido, para poder hablar tal vez del peor momento en el ejercicio profesional del que se tenga memoria.

Quién esto lo dice tiene varias décadas en el trabajo profesional y ha pasado por miles de batallas, de lo más diversas. Puedo confesar que las viví todas, no me las contaron.

A pesar de todo esto, en materia económica siempre nuestros momentos más duros fueron con la inflación, la cual se llevaba puesto los aranceles y los insumos que volaban por el aire.

Nunca pudimos saber si eran los mayoristas, los importadores, o el comercio dental de la zona,   el que llevaba el precio de los productos por las nubes. Aun no lo sabemos.

Nunca le encontramos una clara explicación, porque si hasta la SOLP tuvo una proveeduría y la tuvo que dar de baja, porque muchas veces en vez de ser mejores nuestros precios, resultaba que eran todo lo contrario.

Esto de los insumos pasó y seguramente continuará pasando, lo que sucede ahora es algo diferente, yo diría hasta más dramático y también un signo de los nuevos tiempos de cambio y de la “modernidad liquida”, donde nada tiene la solidez suficiente como para quedarse durante un largo tiempo.

Los motivos para explicar esta verdadera diáspora profesional sin precedentes en la seguridad social, a mi entender son muchos y de lo más variados. Los valores y las características de lo que se suele denominar la posmodernidad encabezan la lista de los porqués.

Numerosos colegas se fueron por los aranceles bajos, otros por los débitos, otros por su condición de especialistas, y la mayoría porque prefiere atender a dos pacientes y cobrar “cash”, y no a diez y recibir el pago cuatro meses después y encima con débitos, además de que te hagan una supuesta auditoria porque cobraste una suma irrisoria, como ya sucedió.

La pregunta es ¿Lo que está sucediendo es bueno o es malo? Mi posición al respecto es muy clara, y la voy a expresar a lo largo de la nota.

Es entendible que cada uno elija de acuerdo a su real saber y entender, y de acuerdo a sus posibilidades, en última instancia la profesión más allá de su carácter como emergente de la actividad sanitaria, es desde el punto de vista económico un negocio, en el sentido noble de la palabra negocio.

Y cuando uno pone su consultorio, su equipamiento, sus insumos, su instrumental, la empleada administrativa o la asistente y lo más importante su capacitación, es libre de decir transcurrido un tiempo “yo no puedo financiar la salud de los pacientes, porque yo vivo de mi trabajo”, y frente a esa afirmación se acabaron las palabras y las explicaciones.

Hoy la Sociedad Odontológica de La Plata tiene el 40% de prestadores que supo tener, en otros momentos de un floreciente ejercicio profesional. Muchos odontólogos continúan siendo socios, pero no son prestadores de la seguridad social.

Estoy convencido que este es un problema circunstancial y que va a tener una solución más adelante, estimo que solo es una cuestión de tiempo.

Para mi esta deserción masiva tiene más efectos negativos que positivos. No es bueno que la profesión se balcanice en una infinidad de redes de prestadores de diferentes orígenes, muchos de ellas de carácter privado en torno a prepagas u obras sociales pequeñas, perdiendo algo que es vital para la profesión organizada, el sentido de unidad y pertenencia como grupo.

Desconfió del “sálvese quien pueda”, y si bien nuestra actividad tiene como característica un profundo sentido individualista, no creo que esa particularidad en extremo le vaya hacer bien a la profesión.

Podrá ser seguramente la “salvación” o el rebusque de algún profesional aislado, pero a la larga va a estar siempre en desventaja y deberá soportar aranceles y modalidades de trabajo en las cuales su voz nunca será escuchada.

Amen de todo lo que ya señalamos, debemos recordar al respecto el valor trascendente que tiene la unión y la solidaridad en cualquier actividad.

Por otro lado también los pacientes, los afiliados a las obras sociales van a perder en demasía. Son y serán los grandes perjudicados, porque ya no podrán elegir entre un número importante de prestadores, y no siempre van a encontrar la respuesta que requieren y necesitan.

Por ultimo estoy convencido que dentro de poco tiempo y cuando las cosas se acomoden van a ser muchos los que van a querer volver y tal vez sea tarde, demasiado tarde.

Es cuestión de solo pensar que si las reformas de salud anarco capitalistas se implementaran desde el voucher, van a ser tanto o más peligrosas que aquellas que sostienen equivocadamente, que el estado debe ser el único referente en el sistema de salud.

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