Esta más que claro que podemos afirmar sin temor a ponernos colorados, que como escuche alguna vez “para enseñarle odontología a Lucas hay que saber de odontología, pero también hay que saber mucho de Lucas”.
Algunos docentes pertenecemos a generaciones que estamos en retirada, más precisamente a la generación denominada de los baby boomers, los “Trabajadores Inmortales”, que hoy se están despidiendo de este mundo y obviamente de la docencia, pero que formaron a las generaciones siguientes, especialmente a la denominada Generación X. Veamos algunas de sus características.
Los baby boomers son adultos mayores, muchos todavía activos en el mercado laboral, tuvieron que resignarse a incorporar las nuevas tecnologías, pretenden ser reconocidos y tener el prestigio por todo su largo recorrido, especialmente por lo que piensan que aportaron.
Se formaron con los grandes relatos. Las grandes utopías los vieron crecer. Los líderes carismáticos con sus discursos interminables y con el resentimiento hacia lo que no fuera nacional, pintaron su ser interior de celeste y blanco.
Forjados en una mirada solidaria y social, estuvieron siempre un poco más cerca de la izquierda, que de la derecha en su pensamiento central. No siempre la republica fue un faro hacia dónde dirigirse. Los dirigentes y docentes más viejos transitan por este camino.
Después lo sigue la generación X, criados tras las utopías de los 60, son “acusados de workaholics”, o sea los adictos al trabajo, muy dedicados al servicio y al trabajo en equipo. Por más que les interese el equilibrio personal-laboral, muestran un enorme compromiso con el trabajo.
Utilizan las herramientas digitales como lo que son, herramientas, no soluciones. Están dispuestos a la resiliencia, apuntan a los resultados y a ser reconocidos por ellos.
Su creencia es “tecnología para la humanidad, no en reemplazo de la humanidad”. Una generación dispuesta al sacrificio, ambiciosa y con pretensión salarial por encima del promedio.
Lo social no fue tan determinante como en la generación anterior, en cambio lo económico si era central en su pretendida misión laboral. Los docentes y dirigentes que caminan por los cincuenta se encuentran en este sector.
Frente a ellos como un verdadero muro a derrumbar están los alumnos y los jóvenes egresados. Para que no suceda como en la famosísima canción de Pink Floyd “Another brick in the Wall”, deberán ser los docentes los que derriben el muro, ya que como dijimos al principio para poder enseñar una odontología del futuro, también hay que saber mucho de esta generación.
Estos alumnos en su mayoría pertenecen a la generación Z, los centennials, son aquellos que dicen “No me gusta estar estudiando muchas horas”. “Lo más importante es que la clase sea divertida, lo peor es que sea larga y aburrida”. “Para mí lo ideal sería estudiar desde mi computadora”.
Este grupo va a buscar que les faciliten la innovación tecnológica, las respuestas ágiles, entendiendo que la clave, para ellos, es el cambio.
La generación Z es la que hoy debemos convocar, a la cual debemos enamorar, debemos encantar, para contenerlos y hacerlos crecer no solamente como futuros odontólogos, sino como personas y como ciudadanos comprometidos.
Partimos de una buena base en general por sus compromisos con valores como la ecología y el medio ambiente. Claro que arrastran deficiencias graves en el complejo tema de la enseñanza-aprendizaje, porque vemos que la escuela secundaria les aporto poco y nada.
Esto se puede deber a carencias propias y a otras autogeneradas por la docencia media, basadas en planteos más cercanos a políticas partidarias, en vez de procesos educativos comprometidos con el futuro de Argentina.
Ellos asistieron a la llegada de las redes sociales en todos sus formatos. Se preocupan por la sustentabilidad y el calentamiento global. Mientras buscan libertad, también les interesa la guía y la motivación. No quieren hipotecar el presente por un futuro mejor, porque no saben si va a ser mejor.
Los videojuegos, los mensajes de correo electrónico, los chats y el celular son las herramientas a las cuales presentan una ferviente adhesión. El libro no es un familiar cercano a sus placeres y el pensamiento crítico es una materia pendiente de casi la totalidad de la generación.
Sabemos que las tecnologías resultan indispensables para su formación y debemos enseñar con ellas, sino queremos quedar fuera de foco.
La innovación y modernización en los métodos de estudio pasa a ser una obligación del docente. Tenemos la obligación con todas las limitantes que ya mencionamos, de trabajar para desarrollar un pensamiento crítico, del cual hoy carecen.
Ese muro del que hablábamos no solo está construido por la diferencia generacional, también ciertos estilos docentes muchas veces teñidos de clara dosis de autoritarismo y auto referencia, lo hacen más grande aun.
Es nuestro compromiso derribar el muro, antes que lo derriben las nuevas generaciones. Por eso insistimos que la mejor manera de hacerlo es conociendo un poco más la psicología de los educandos, más de lo que lo hacemos habitualmente.
Sabemos que no enseñamos a robots, ni a maquinas, somos conscientes que educamos personas con un profundo sentido profesional y con valores inalterables.
Lo que resulta cierto es que no podemos continuar haciéndonos los distraídos, echándole la culpa a la escuela secundaria, como si después de cinco años en la universidad, nosotros no tuviéramos ninguna responsabilidad al respecto.
Más de una vez hemos señalado que hoy la ciencia y la salud marchan hacia la calidad, donde la especialización es una gran aliada en esa búsqueda de la calidad.
Este es el primer razonamiento que se debe tener, para saber que no estamos en los albores de los años sesenta cuando se creaba el IOMA y surgían con fuerza las obras sociales y entonces se formaban odontólogos para la seguridad social, que “sepan” hacer, o puedan hacer de todo.
La gente y la época hoy reclaman calidad y especialización, hacia allí se deben dirigir los pasos de la formación profesional.
Las obras sociales, las prepagas, la población, los pacientes en general, no quieren más odontólogos, quieren mejores profesionales y especialistas en el tema que se van a tratar.
Debemos abandonar la enseñanza de la odontología del presente, basada muchas veces en recursos e historias del pasado, para pasar a enseñar la odontología con tecnología digital, camino hacia la IA, que es el futuro que los alumnos y las nuevas generaciones están esperando.